el bosque animado

Portada de el bosque animado

Un bandido, un pocero, una niña que trabaja, un chico que no quiere trabajar, una muchacha que emigra y un fantasma que busca compañía. Estos y otros personajes configuran el mundo fantástico que vamos descubriendo entre los árboles de un bosque.

Sinopsis Éste -nos dice Wenceslao Fernández Flórez (1885-1964)- es el libro de la fragua de Cecebre. San Salvador de Cecebre es una parroquia de Galicia, rugosa, frondosa y amena. Cuando un hombre consigue llevar a la fraga un alma atenta se entera de muchas historias… Entonces se comprende que existe otra alma allí, infinitas almas: que está animando el bosque entero. Afinando su mirada poética, Fernández Flórez ha logrado captar todas esas historias y comunicarlas en esta novela deliciosa y profunda. El lector que se acerque a ella descubrirá bajo la seductora y mágica narración los latidos ocultos del alma humana en consonancia con la naturaleza. José-Carlos Mainer, catedrático de Literatura de la Universidad de Zaragoza, nos ofrece una guía muy rica en sugerencias de lectura y explica la significación del autor en la narrativa de su tiempo.

  • Peso: 200 gr
  • Grueso: 1.7 cm
  • Ancho: 12.5 cm
  • Alto: 19 cm
  • Fecha de lanzamiento: 23/11/2010
  • Plaza de edición: BARCELONA
  • Año de edición: 2010
  • ISBN: 9788467034110
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • Idioma: CASTELLANO
  • Editorial: ESPASA LIBROS
  • Nº de páginas: 304

Este libro ha sido escrito y pretenece a Wenceslao Fernandez Florez

El bosque animado, de Wenceslao Fernández Flórez, está transido por el hondo sentimiento de la naturaleza, manifestado en íntima y perspicaz percepción de la vida en la fraga de Cecebre (A Coruña). Asevera su autor que «Ese ser hecho de muchos seres» que conforma la fraga «es un tapiz apretado contra las arrugas de la tierra; en sus cuevas se hunde, en sus cerros se eleva, en sus llanos se iguala». En tal escenario natural —en constante renovación de formas, de luces, de colores y de vida perpetuamente reproducida— se presentan imbricadas, con sutileza sin par, vida y ensueño: realidad envuelta en gasas de fantasía lúdica y paganismo. Viven allí pintorescos tipos humanos, reales e imaginarios, atribulados por las sempiternas esperanzas, alegrías y dolores de la existencia. Allí dialogan los animales entre sí y con los hombres, a la par que conferencian árboles, moscas o luciérnagas. Como dijo Gregorio Marañón: en este libro el autor gallego «alienta todo cuanto vive: el hombre, el animal, la planta, el agua que corre; la tierra que, allí quieta, crea sin cesar nueva vida. Y, por encima de todo, el tiempo: el gran protagonista, porque es, cada día, lo que pasa y lo que queda, el tiempo que fluye y el tiempo que ha sido. El hombre del campo sabe, sin darse cuenta, que la vida es, en cada jornada, el tiempo que se ha ido y el que ha de venir. Cuando un gran escritor acierta a descubrir, en cada cosa, el sentido doble y profundo del tiempo, ha alcanzado la cima de su arte. Esta novela es, precisamente, la novela «del vivir» porque Wenceslao llega al alma de las cosas inclinado sobre el mundo de la fraga —analizando el misterio de la vida— utilizando el humorismo, que no es la burla, que enseguida se embota, ni el sarcasmo destructor, sino la perspicacia, implacable, envuelta en una sonrisa de comprensión».

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