cronica de una paz incierta: colombia sobrevive
El plebiscito abrió la brecha entre las dos Colombias, la que vivió el conflicto y la que no. La histórica paz se diluyó en las tinieblas hasta adquirir una connotación incluso negativa. Se trata de los relatos de posguerra de un conflicto de más de medio siglo. …
El plebiscito abrió la brecha entre las dos Colombias, la que vivió el conflicto y la que no. La histórica paz se diluyó en las tinieblas hasta adquirir una connotación incluso negativa. Se trata de los relatos de posguerra de un conflicto de más de medio siglo.
Hasta hace muy poco tiempo habría sido impensable acceder a cuatro campamentos de las FARC (antes y después de su dejación de armas), a las filas del ELN, con los cocaleros, laboratorios de narcos, con disidencias guerrilleras, zonas fronterizas de contrabando, o simplemente a remotas veredas azotadas por los grupos armados. Con el secuestro y asesinato de tres periodistas ecuatorianos del diario El Comercio, a manos de una disidencia de las FARC, se ha marcado un antes y un después para la libertad de prensa en Colombia.
Me entusiasmó descubrir rincones y comunidades inhóspitas, que en numerosas ocasiones, conocían a un extranjero por primera vez. Era una introspección en los sentimientos y comportamientos universales de la humanidad en situaciones límite. De los protagonistas también alimenté mi pasión por este país, que en las más dramáticas circunstancias era capaz de sacar esperanzas e invadirme por ese aguerrido optimismo. Me apasionaron sus extremos, esa posibilidad de toparse con lo mejor y lo peor de un momento o lugar a otro. Y no me hizo falta ver ninguna serie de narcos para vibrar con esas realidades, que trascienden a la morbosa ficción de un mafioso, cuya historia y época desgrano holgadamente en uno de los capítulos. Eso sí, sin adornos y con la mayor rigurosidad posible. De hecho, me irrito igual que mi compañera y como cualquier colombiano cuando en España asocian a Colombia únicamente con Escobar. Quizá ese es otro de los estigmas que he pretendido superar con este libro.
Aitor Sáez describe, con las herramientas del mejor periodismo narrativo, unos hechos que se leen con la avidez de la mejor novela. Adentrándose en territorios a los que casi nadie se atreve a llegar, el autor profundiza en un ejercicio de memoria y dignificación de las víctimas de Colombia, personas que en las más dramáticas circunstancias fueron capaces de aferrarse a la esperanza.
- Peso: 769 gr
- Grueso: 3.5 cm
- Ancho: 13.5 cm
- Alto: 21.5 cm
- Fecha de lanzamiento: 01/02/2018
- Plaza de edición: ES
- Año de edición: 2018
- ISBN: 9788494770753
- Encuadernación: Tapa dura
- Idioma: CASTELLANO
- Editorial: CIRCULO DE TIZA
- Nº de páginas: 546
de Aitor Saez
?Sobrevivir significa vivir después de la muerte de otro. En Colombia, más de doscientas mil personas fueron asesinadas y más de siete millones tuvieron que desplazarse forzosamente durante el medio siglo de conflicto armado.
Pero a nadie le conmueve un número. Importa la historia. El testimonio que resuma todo el dolor de ese conflicto. Este libro no trata de la muerte, ni siquiera de la violencia, sino de sus causas, y sobre todo, de sus efectos. Porque hay algo más aterrador que la peor de las barbaries: normalizar la tragedia.
Crónica de una paz incierta habla del ser humano. Sin banderas, sin ideologías. Acepte el lector mis disculpas de antemano si en algún momento lo percibe de otro modo. La narración también trata de sobrevivir a los errores .?
Aitor Sáez describe, con las herramientas del mejor periodismo narrativo, unos hechos que se leen con la avidez de la mejor novela. Adentrándose en territorios a los que casi nadie se atreve a llegar, el autor profundiza en un ejercicio de memoria y dignificación de las víctimas, personas que en las más dramáticas circunstancias fueron capaces de aferrarse a la esperanza.
La huella que dejó Pablo Escobar y los cárteles del narcotráfico siguen contaminando a todos los bandos, en una espiral que pareciera no tener fin. Pero a pesar de las dificultades y los peligros, queda la esencia de los seres humanos que conoció. Esa autenticidad tan latinoamericana que le enamoró y que en Europa hace mucho que perdimos de vista para mirarnos el ombligo.