el umbral de la noche

Portada de el umbral de la noche

El Umbral de la Noche es el título del cuarto libro publicado por el escritor de terror estadounidense Stephen King en el año de 1978. Se trata de su primera compilación de relatos cortos.

Un libro de relatos escalofriantes, por el indiscutido maestro del terror.

El gran gusano hediondo se ha enseñoreado de la aldea abandonada y no permitirá que nadie acabe con sus misas negras. La máquina planchadora ha probado la sangre de una virgen y quiere más, mucho más, y su macabro deseo no se detendrá ante nada. Los amplios maizales imponen a los chicos sus sanguinarios ritos…

El umbral de la noche nos transporta a un mundo de terrores imposibles que no por ello dejan de estar ahí, a la vuelta de la esquina, en un maizal, en un pueblo abandonado, en una lavandería, debajo de la cama o tras la puerta de ese armario que ni siquiera rechina.

  • Número: 026200
  • Colección: BEST SELLER
  • Peso: 290 gr
  • Grueso: 2.4 cm
  • Ancho: 12.6 cm
  • Alto: 19 cm
  • Fecha de lanzamiento: 17/02/2003
  • Traductor: EDUARDO GOLIGORSKY GOLUBOFSKY, VLAS
  • Plaza de edición: ES
  • Año de edición: 2003
  • ISBN: 9788497594295
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • Idioma: CASTELLANO
  • Editorial: DEBOLSILLO
  • Nº de páginas: 424

Este libro ha sido escrito y pretenece a Stephen King

El gran gusano hediondo se ha enseñoreado de la aldea abandonada y no permitirá que nadie acabe con sus misas negras. La máquina planchadora ha probado la sangre de una virgen y quiere más, mucho más, y su macabro deseo no se detendrá ante nada. Los amplios maizales imponen a los chicos sus sanguinarios ritos…

El gran gusano hediondo se ha enseñoreado de la aldea abandonada y no permitirá que nadie acabe con sus misas negras. La máquina planchadora ha probado la sangre de una virgen y quiere más, mucho más, y su macabro deseo no se detendrá ante nada. Los amplios maizales imponen a los chicos sus sanguinarios ritos… El umbral de la noche nos transporta a un mundo de terrores imposibles pero que están ahí, a la vuelta de la esquina, en un maizal, en un pueblo abandonado, en una lavandería, debajo de la cama o tras la puerta de ese armario que ni siquiera rechina.

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